Besos con olor a Noche

*O*

viernes, 26 de marzo de 2010

Un hola y un adiós.

Mi último año de enseñanza media. Genial. Aún no sabía que haría después, estaba indecisa si seguir con mis proyectos o hacer lo que la gente esperaba de mí.

Como todos los días debía asistir a clases, solo que este año la diferencia radicaba en el cambio de jornada, después de dos años de haber estudiado en la tarde volvía a la mañana.

El sol pegaba en todo lo alto, un augurio de que un hermoso día me abrazaría por delante, no era de mi agrado un exceso de sol y calor, no, lo que prefería era un día nublado y en lo posible frío, pero ni modo si había que batallar con el sol lo haría con esfuerzo.

Los compañeros seguían siendo los mismos, algunos ya no estaban ya que por “esas cosas de la vida” decidieron quedarse un nivel más abajo ya sea por cariño a los profesores o un amor enfermizo a ciertas materias, esto en la práctica era más conocido como repetir el curso. Los demás esos “amigos” estaban ahí presentes, los que desde primero medio habían estado contigo en las buenas y malas estaban a mi lado, mi cariño por ellos era inmenso quizás sin precedentes basado en un ansia de protección que me dominaba casi por entero.

Todo transcurrió de forma normal el primer día, las mismas bromas, los mismos estúpidos, los que tratábamos de poner atención, algunos profesores nuevos, pero nada más interesante, en resumen era la rutina con más de lo mismo y que no auguraba grandes cambios para finalizar mi educación media.

El segundo día más de lo mismo, pequeñas introducciones a lo que serían los ramos durante el año, conceptualizaciones básicas de los procesos contables, fechas de pruebas y trabajos, en fin se suponía que este año “te daban como caja”.

Las horas pasaban lentas mientras seguía con la rutina, a veces se volvía algo cotidiano hasta empalagoso, pero en fin. Mis compañeros siempre trataban de hacerme reír o de que cometiera alguna locura, pero eso no era lo mío, no es que no disfrutara de buena música ni nada, más sin embargo andar tomando como esponja ni ‘perreando’ hasta abajo no era lo que me llenaba. Disfrutaba más de tomar un café y leyendo un buen libro, pero no era comprendida por ellos, a veces me preguntaba qué era lo que teníamos en común y no encontraba la respuesta, quizás era el miedo a la soledad y rechazo por mi condición, quizás era una forma de sentirse integrada más a la sociedad.

Ya el tercer surgió una sonrisa inmediata en mi rostro. Un nuevo alumno había llegado. No era un Adonis ni nada por el estilo, pero tenía ese ‘algo’ que me atraía como abeja a la miel. Pronto descubrí que mi compañero nuevo era arto inteligente, algo en mi interior se removió, no es que me gustara competir ni nada pero el chico surgió como una amenaza.

Gran error mío.

Por curiosidad me acerque a él preguntando una ‘inocente’ duda acerca del tratamiento de una cuenta para crear un balance general tributario, más solo conseguí perderme en su mirada café…su buena educación me engatuso, su voz pausada lleno el vacio que por tanto tiempo creí que jamás se vería completo.

Me gustaba mi compañero nuevo.

Su cercanía alborotaba mi loco corazón, su voz era música para mis oídos, su dedicación bloqueaba hasta mi más loco pensamiento. Estaba orgullosa, ‘mi’ compañero nuevo era hermoso ante mis ojos, mi príncipe en el corcel blanco, el que me rescataría de mi torre imaginaria, no me rechazaba para nada, disfrutábamos ambos de nuestra compañía y nuestras sonrisas nos daban la energía necesaria.

Poco a poco mi compañero nuevo se convirtió en mi mejor amigo con el paso de los días y meses. Éramos inseparables, la dupla perfecta según profesores y amigos, en mi interior yo también lo creía, necesitaba aferrarme con todo a este sentimiento que nacía a magnitudes inesperadas en mi corazón, ilusión o realidad solo el tiempo lo diría.

El príncipe azul cada día era más atento para conmigo, me venía a dejar a la casa, nos acompañábamos en los ratos libres, me ‘inventaba’ tareas para pasar más tiempo a su lado y así aprender más de este magnífico ser que me rodeaba, la dupla perfecta, los mismos amigos, el mismo curso, él presidente y yo la secretaria de mis compañeros, la misma especialidad, casi todo lo mismo.

Pero la burbuja en la cual estaba se rompió un día. Él estaba mucho más abierto conmigo, compartía más cosas mientras caminábamos de la mano por entre los que yo me imaginaba ‘los campos Elíseos’ y eligió ese momento para conversar. En resumen ‘mi príncipe azul’ en las fiestas le hacía a las drogas, cuando estaba con grandes borracheras se quedaba dormido en las plazas con sus amigos, amaba a una chica que lo había engañado y está se encontraba en la quinta región.

Y mi torre de cristal se rompió en pedazos.

Intente por todos los medios físicos alejarme de él, pero la ley de la atracción era mucho más fuerte, mientras más me distanciaba él más se acercaba, no quería perder a su ‘amiga’.

‘Amiga’ solo eso.

Y el día tan ansiado llego. Los 18 años se cernían de forma dolorosa sobre mi cuerpo, alma y corazón, estaba con mis amigos, pero mi corazón estaba solo, él por supuesto que había venido, bailes y tragos por doquier hacían que mi mente trabajara en un lado romántico mucho más rápido, anhelaba un beso suyo, una caricia y una aceptación de su parte, más como la Cenicienta al llegar la medianoche el encanto termino, con ello mi ‘fiesta’ también; el resultado la cumpleañera ebria acompañada por su ‘príncipe azul’ y sin nada a su favor, nada que ella anhelara por parte de él surgió esa noche.

Las nubes le dieron paso al sol, al nacimiento de las flores y a la alergia de la primavera, más su amor por mí no nació en su corazón, no nació nada creo.

Ilusa de mí, ante mis ojos estaba la respuesta, mi ‘mejor amiga’, la que sabía mis sentimientos y muchas más cosas, la que me apoyaba y yo la quería, en la persona que confiaba ciegamente, si ella termino con ‘mi príncipe azul’.

En mi curso ya no pasaba, mis horas y mis días estaban con otras personas que por lo menos no me dañaban y reconstruían molécula por molécula mi ser, descubrí nuevas cosas y culturice mucho más mi mente y alma. No sé cuánto tiempo paso, pero un día decidí hablar con él.

Después de un almuerzo nos quedamos solos, el casino estaba vacío excepto por nuestros cuerpos, el momento había llegado no creo que doliera más el rechazo ni nada, otro error mío.

-“Te amo”- le dije y de sus labios se escapo la más cruel de las sonrisas y risas que terminaron por quebrar mi corazón. Hubiese preferido que me dijeras –no te amo- a que te rieras en mi cara y matarás lo que quedara de amor, una herida profunda y de difícil cicatrización que goteaba la sangre de mi iluso corazón.

Creí ahogarme en el dolor, creí que moriría poco a poco, el verlos pasear frente a mis ojos de la mano, el que ella tuviera el calor de su cuerpo junto al suyo, el que ella poseyera esos labios pálidos y no yo, me partía el alma.

Me quede sola, me recluí en los libros más allá de todo lo previsto, pasaron a ser mis mejoras amigos ya que las personas que ocupaban ese cargo antes se fueron con ella y con él, mientras mi alma se quebraba de la misma forma en cómo lo hizo mi corazón, lo único que me acompañaba eran las lágrimas silenciosas.

Cuando toque el suelo mi madre me levanto mientras con sus pulgares recogía mis lágrimas, cuando la soledad me invadía en mi rincón solitario en el colegio aparecieron mis verdaderos amigos, aquellos que escuchaban atentamente más no juzgaban mi pronto actuar, aquellos que en los momentos más críticos me brindaron un abrazo y me dijeron la palabra que poco a poco reconstruyo mi corazón: te quiero.

El fin de año me golpeo fuerte, la gala asistí más que nada por una obligación moral para con mis amigos y mi titulación daba paso al fin de una era educacional. Silenciosamente te dije adiós en mi corazón. Fue mejor así, la herida no sangraría más y podría continuar mi vida.

Me llene de otras personas que hasta el momento me hacen feliz y comprenden, pero el hacer amigos me cuesta, el miedo aún sigue latente en mi interior y de la traición, mi corazón no quiere romperse nuevamente por algo que no vale la pena.

Hoy a más de dos años creo que la vida te da golpes fuertes pero te recompensa de algún modo, ‘Dios aporrea con una mano y acaricia con la otra’, creo que si fuera todo caricias y felicidad no hubiese sido capaz de crecer como persona ni madurar un poco menos, aprendes a andar con cuidado y mucha más precaución en lo que respecta a las personas que están a tú lado, no todos son iguales pero en la variedad está la mayor diferencia, los fantasmas te persiguen por un tiempo, crees verlo en cada lado, sin embargo siempre hay una mano que te ayuda en todo momento, quizás no la vemos, quizás es insignificante, más el tiempo dice siempre cuanto ayuda.

La herida que una vez fue profunda y sangro por mucho tiempo, hoy solamente queda una tenue cicatriz como recuerdo de que un día hubo alguien que te hirió pero muchas otras personas te sanaron con su comprensión y cariño, más la memoria ya no hace dolorosa al recordar, prueba de ello ninguna lágrima cayó en el papel, prueba de ello Dios siempre estuvo conmigo.

“Descubrí que te recordaba con mayor claridad cuando hacía algo estúpido o peligroso. Recordaba cómo sonaba tu voz cuando te enfadabas. La escuchaba como si estuvieras a mi lado. En general, intentaba no pensar en ti, pero en momentos como aquéllos no me dolía mucho, era como si volvieras a protegerme, como si no quisieras que resultara herida.-Bella Swan.”